En lo alto de la Sierra de Francia, donde la niebla abraza las piedras y cada sendero parece guardar un secreto, se alza el Santuario de la Virgen de la Peña de Francia. Es un lugar de fe y devoción, sí, pero también de misterio y leyendas que han llegado hasta nuestros días, atrayendo a peregrinos, curiosos y amantes de lo inexplicable. Lo que pocos saben es que la historia de la Peña no comienza con la llegada de un peregrino, sino con una joven llamada Juana Hernández, la Moza Santa de Sequeros, y con un episodio que desafiaba la lógica y el corazón de quienes la rodeaban.
Juana, la Moza Santa: la profecía que cambió la Peña (1424)
Corría el año 1424 cuando Juana cayó gravemente enferma. La familia y el pueblo la dieron por muerta, y sus preparativos para el funeral avanzaban con tristeza contenida. Sin embargo, cuando su propio padre levantó la tapa del ataúd para darle el último adiós, ocurrió algo inesperado: Juana abrió los ojos. No era un regreso común; parecía que había viajado a otra dimensión y regresaba con un mensaje. Según la tradición, en ese instante pronunció profecías sorprendentes sobre la Virgen que algún día aparecería en la Peña de Francia y sobre señales luminosas que indicarían su hallazgo.
Durante un rato, Juana volvió a la vida, y luego partió para siempre. Se dice que, en realidad, no estuvo muerta cuando la dieron por fallecida, y que fue en sus últimos minutos de agonía cuando pronunció sus predicciones
Aquella visión marcó el inicio de una historia que fusiona la fe con lo inexplicable. La profecía de Juana no solo anticipaba la aparición de la Virgen, sino que señalaba un destino: el santuario se convertiría en un lugar de peregrinación y milagros, un punto donde la fe y la leyenda se entrelazarían de manera inseparable.
Simón Vela: el peregrino que siguió la voz de la montaña (1434)
Diez años después, en 1434, un peregrino francés llamado Simón Roland, conocido en la tradición como Simón Vela, llegó a España siguiendo un llamado interior que no podía ignorar. Guiado por sueños recurrentes y señales que solo él parecía percibir, ascendió hasta la Peña de Francia en medio de tormentas y luces extrañas que iluminaban la montaña como si alguien invisible le señalara el camino.
Fue en esa fecha —algunas fuentes mencionan el 14 de mayo, otras el 19 de mayo— cuando Simón encontró la imagen de la Virgen negra escondida en una oquedad de la roca. La talla, de tonos oscuros, emanaba un aura sobrenatural. ¿Era el color fruto del tiempo, de velas quemadas o pintura original? Nadie lo sabe con certeza, pero su misterio solo aumentó la devoción y el encanto del santuario.
Simón dedicó el resto de sus días a cuidar y difundir la veneración de la Virgen. Falleció pocos años después, y sus restos se conservan hoy en la iglesia de El Robledo, junto a los de Juana, cerrando un círculo entre profecía y hallazgo.
El Pozo Verde: un aljibe lleno de misterio
Cerca del santuario se encuentra el Pozo Verde, un rincón que ha fascinado a generaciones. En realidad, este pozo no era un sitio mágico medieval como muchos creen: es un aljibe construido para recoger agua de lluvia y garantizar reservas durante épocas de sequía. El color verdoso del agua proviene del musgo y del reflejo del entorno, pero con el tiempo se convirtió en un lugar de rituales: los peregrinos y visitantes lanzan monedas y piden deseos, como si el aljibe escuchara lo que el corazón anhela.
Algunos cuentan que en noches tranquilas, el Pozo Verde refleja luces extrañas que parecen moverse sobre la superficie. Los más supersticiosos lo vinculan con las apariciones marianas o con energías antiguas de la sierra, mientras que los curiosos simplemente disfrutan del misterio que añade magia a la visita.
Luces en la montaña y señales sobrenaturales
El hallazgo de Simón Vela no fue un evento aislado. La tradición popular recuerda que, la noche de la aparición, se observaron luces brillantes que indicaban la ubicación exacta de la imagen. Desde entonces, caminantes y vecinos han reportado resplandores en la cima de la Peña, pequeños destellos que aparecen y desaparecen sin explicación. Algunos creen que son señales de la Virgen, otros, destellos de espíritus protectores, y otros, simples juegos de luz que el viento y la roca transforman en misterio. Lo cierto es que estas historias alimentan la sensación de que la Peña de Francia es un lugar donde lo divino y lo inexplicable se encuentran.
Los rumores templarios: leyendas que persisten
Como ocurre en muchos sitios históricos, los templarios aparecen en la tradición local. La leyenda popular sugiere que podrían haber custodiado imágenes sagradas ocultas antes de su desaparición en 1312. Sin embargo, no existen pruebas históricas que vinculen a la Orden del Temple con la Virgen de la Peña de Francia. Los documentos sitúan la fundación dominica del santuario en el siglo XV, después de la profecía de Juana y del hallazgo de Simón. Aun así, la sombra templaria sigue fascinando: su sola mención añade un aire de misterio y continuidad con el pasado medieval.
La protección real y los dominicos (1436–1450)
Tras el hallazgo, la Corona intervino. En 1436, el rey Juan II de Castilla otorgó protección al santuario y entregó su cuidado a los Dominicos, con la mediación de figuras como Lope de Barrientos. Entre 1445 y 1450, se construyeron y ampliaron las estructuras del convento y la iglesia, consolidando un lugar que ya no solo era centro de fe, sino también de historia y cultura.
Los restos de Juana y Simón en El Robledo
Los restos de Juana Hernández y Simón Vela se conservan en la iglesia del Robledo, y su proximidad simboliza la unión entre profecía y hallazgo. Juana, que despertó en su funeral para anunciar lo que estaba por venir, y Simón, que encontró la imagen siguiendo las señales indicadas por su visión, permanecen juntos como guardianes silenciosos de la Peña y de su misterio. Cada visitante que llega al Robledo siente la energía de siglos, como si la historia todavía estuviera viva entre las piedras y los ecos del convento.
Fe, leyenda y misterio: un destino para todos
Hoy, subir a la Peña de Francia es mucho más que recorrer un sendero o llegar a un santuario: es adentrarse en un relato que mezcla la historia con la leyenda. Cada rincón —la Virgen negra, el Pozo Verde, las luces en la montaña, las profecías de Juana— invita a la contemplación y al asombro. No importa si se cree en milagros o no; la sensación de misterio es innegable.
La Virgen de la Peña de Francia sigue siendo un faro de devoción y curiosidad, donde la historia documentada y las leyendas populares se entrelazan para ofrecer a cada visitante una experiencia única. La sierra guarda sus secretos, las piedras guardan historias y el viento parece susurrar lo que no se dice en los libros. Aquí, cada paso y cada mirada pueden revelar un fragmento de misterio que ha permanecido intacto desde 1424.
Cronología clave para los curiosos
- 1312: Supresión de la Orden del Temple (contexto de rumores templarios).
- 1424: Juana Hernández, la Moza Santa, es dada por muerta y despierta para pronunciar su profecía.
- 1434 (14 o 19 de mayo): Simón Vela encuentra la imagen de la Virgen negra en la Peña de Francia.
- 1436: Protección real de Juan II y entrega del santuario a los Dominicos.
- 1445–1450: Construcción y ampliación del convento y la iglesia.
- Siglos XVI–XX: La devoción crece, los rumores de luces y templarios se mantienen, y los restos de Juana y Simón se conservan en la iglesia de El Robledo.
Fuentes recomendadas para profundizar
- Páginas oficiales del Santuario de la Peña de Francia y de la tradición dominica.
- Turismosierra de Francia: relatos sobre Juana la Moza Santa y la Virgen Negra.
- Wikipedia: entradas sobre Santuario de la Peña de Francia y Simón Vela, con referencias históricas.
- Sequeros (página municipal) y prensa local: información sobre restos en El Robledo.
- Estudios académicos y notas históricas sobre Lope de Barrientos y la intervención de Juan II.
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